Hoy quisiera dar comienzo a una serie de publicaciones sobre la juventud de hoy, en las que criticaré a las llamadas tribus urbanas no sin antes hacer un repaso de la historia que llevó a que se formen estas agrupaciones.
La juventud argentina de hoy, sus orígenes y problemas
Todo comenzó en la época militar. Así es, después de mucho investigar y perder valioso tiempo, elaboré el siguiente texto en el que expondré las razones de la decadencia juvenil y criticaré a las llamadas tribus urbanas.
Las altas tasas de desocupación, así como las más visibles secuelas de persecución política, atropello a los derechos humanos, daño psicológico, transgresión normativa, se concentraron en el sector de la juventud durante la década de los ’70. Los jóvenes populares se apropiaron del espacio de su población marginal y desarrollaron un conjunto de acciones de desobediencia que fueron más allá de las intenciones y orientaciones de los dirigentes políticos de aquella época en la que abundaban las ideas de “amor y paz”.
Por lo general la participación social de la juventud popular de los ‘80, generalmente se limitó a actividades en clubes deportivos y actividades religiosas; no existían canales sindicales, de movimientos estudiantiles u otros de participación social que le permitiese el acceso a integrarse a la sociedad. Las actividades de carácter religioso, probablemente tendrían un sentido comunitario que posibilitaba una pacífica convivencia social, o así aparentaban ser, ya que reprimiendo el caos político y social que había en aquella época, haría que más adelante todo esto se convierta en un caos de desorden.
La década de los ’90 hasta nuestros días se resume un desarrollo de esta degradación de la juventud proveniente de Inglaterra y Estados Unidos principalmente.
El tiempo libre, el ocio, —generado por la deserción escolar, el desempleo, o bien por una inserción precaria en el trabajo (subempleos esporádicos) —, es el factor que genera más problemas en la juventud. Muchas veces los jóvenes que no pueden o no tienen nada que hacer: necesitan ser educados, capacitados, integrados, castigados, etc. Ahora, podríamos pensar que estamos siendo injustos ya que está el problema de la libertad individual; la libertad de los jóvenes de decidir cuáles son y qué valor tienen sus necesidades más elementales, pero recordemos que estos jóvenes no están capacitados para decidir por ellos mismos ya que no fueron educados.Ni las políticas de gobierno ni las ciencias sociales aceptan al joven como un legítimo otro en la convivencia social si no cumple cabalmente con los roles que la sociedad le tiene previamente asignados, por eso, a falta de educación, el joven ignorante cree que está bien lo que hace, como consecuencia se enoja con la sociedad y se excluye de esta junto con otros como él para poder hacer “lo que quiero”. El joven cree estar en su derecho de hacer lo que quiere y que la sociedad lo reprime, que la sociedad es su enemigo. De aquí caben dos posibles vías a esto: o la ignora o se opone a la sociedad. Podríamos nombrar una tercera vía a la que yo lo llamaría un sedante social, que es la televisión. Pero es un sedante hasta cierto punto, porque si bien evita que el joven se dirija a otros lados, es un gran influenciador puesto que muestra las realidades del mundo en que vivimos.
La juventud argentina de hoy, sus orígenes y problemas
Todo comenzó en la época militar. Así es, después de mucho investigar y perder valioso tiempo, elaboré el siguiente texto en el que expondré las razones de la decadencia juvenil y criticaré a las llamadas tribus urbanas.
Las altas tasas de desocupación, así como las más visibles secuelas de persecución política, atropello a los derechos humanos, daño psicológico, transgresión normativa, se concentraron en el sector de la juventud durante la década de los ’70. Los jóvenes populares se apropiaron del espacio de su población marginal y desarrollaron un conjunto de acciones de desobediencia que fueron más allá de las intenciones y orientaciones de los dirigentes políticos de aquella época en la que abundaban las ideas de “amor y paz”.
Por lo general la participación social de la juventud popular de los ‘80, generalmente se limitó a actividades en clubes deportivos y actividades religiosas; no existían canales sindicales, de movimientos estudiantiles u otros de participación social que le permitiese el acceso a integrarse a la sociedad. Las actividades de carácter religioso, probablemente tendrían un sentido comunitario que posibilitaba una pacífica convivencia social, o así aparentaban ser, ya que reprimiendo el caos político y social que había en aquella época, haría que más adelante todo esto se convierta en un caos de desorden.
La década de los ’90 hasta nuestros días se resume un desarrollo de esta degradación de la juventud proveniente de Inglaterra y Estados Unidos principalmente.
El tiempo libre, el ocio, —generado por la deserción escolar, el desempleo, o bien por una inserción precaria en el trabajo (subempleos esporádicos) —, es el factor que genera más problemas en la juventud. Muchas veces los jóvenes que no pueden o no tienen nada que hacer: necesitan ser educados, capacitados, integrados, castigados, etc. Ahora, podríamos pensar que estamos siendo injustos ya que está el problema de la libertad individual; la libertad de los jóvenes de decidir cuáles son y qué valor tienen sus necesidades más elementales, pero recordemos que estos jóvenes no están capacitados para decidir por ellos mismos ya que no fueron educados.Ni las políticas de gobierno ni las ciencias sociales aceptan al joven como un legítimo otro en la convivencia social si no cumple cabalmente con los roles que la sociedad le tiene previamente asignados, por eso, a falta de educación, el joven ignorante cree que está bien lo que hace, como consecuencia se enoja con la sociedad y se excluye de esta junto con otros como él para poder hacer “lo que quiero”. El joven cree estar en su derecho de hacer lo que quiere y que la sociedad lo reprime, que la sociedad es su enemigo. De aquí caben dos posibles vías a esto: o la ignora o se opone a la sociedad. Podríamos nombrar una tercera vía a la que yo lo llamaría un sedante social, que es la televisión. Pero es un sedante hasta cierto punto, porque si bien evita que el joven se dirija a otros lados, es un gran influenciador puesto que muestra las realidades del mundo en que vivimos.
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