"...aquel hombre que defendió a un pueblo que no lo amó..."
Libro de los Próceres
Quiero contarles una buena historia, la de unos chicos que vivieron la euforia de ser parte de una sociedad, caída a menos, tomando todo con calma y té.
Todo comenzó como un día normal. Aquella persona conocida como El Ombudsman se levantó con demasiado calor como para desayunar algo caliente. Solo se bañó y se encaminó hacia su trabajo. No hubo aventuras esa mañana, solo largos llamados de espera al Registro Nacional de las Personas para poder solucionar aquel caso que lo mantenía preocupado desde aquel 3 de diciembre, día en que había hecho los trámites que lo convertiría en un ciudadano con los papeles en regla. "De cuatro a diez días hábiles lo tenés en tu casa" le habían asegurado. Ya iban diecisiete...
Todo comenzó como un día normal. Aquella persona conocida como El Ombudsman se levantó con demasiado calor como para desayunar algo caliente. Solo se bañó y se encaminó hacia su trabajo. No hubo aventuras esa mañana, solo largos llamados de espera al Registro Nacional de las Personas para poder solucionar aquel caso que lo mantenía preocupado desde aquel 3 de diciembre, día en que había hecho los trámites que lo convertiría en un ciudadano con los papeles en regla. "De cuatro a diez días hábiles lo tenés en tu casa" le habían asegurado. Ya iban diecisiete...
Por la tarde, nuestro héroe (aunque él no se considere un héroe) intentó dormir un poco pero el calor y los contantes llamados a su teléfono no lo permitieron. Desistió entonces y se levantó. Tenía que salir y encontrarse, luego de dos cambios de horario, con Dee, su compañera de aventuras por Buenos Aires, pedúnculo de nuestra sociedad.
Dee, gracias a su vasta experiencia, tiene la habilidad de prever ciertas cosas que para el Ombudsman son imperceptibles. Se dice que ella nació para mirar lo que pocos quieren ver. Quizás el Ombudsman sea más lerdo de pensamiento, quizás sea su educación en los campos, en las afueras de la ciudad, quizás carezca de la llamada intuición femeninas, quizás sea su sobrestimada fe en los hombres. No se está seguro.
Dee, gracias a su vasta experiencia, tiene la habilidad de prever ciertas cosas que para el Ombudsman son imperceptibles. Se dice que ella nació para mirar lo que pocos quieren ver. Quizás el Ombudsman sea más lerdo de pensamiento, quizás sea su educación en los campos, en las afueras de la ciudad, quizás carezca de la llamada intuición femeninas, quizás sea su sobrestimada fe en los hombres. No se está seguro.
El Ombudsman ve las cosas de otra manera. No ve un negocio con rejas, sino un ascensor gigante. |
Dee vio que era un momento propicio para salir de la plaza pero el Ombudsman no lo supo ver. Antes de que pudieran decir algo una persona se les acercó.
Lo que a continuación sucedió no está muy claro, pero transcribo un texto sacado de las pocas memorias del Ombudsman:
«Hacía calor y Dee estaba dolorida luego de su caída del día anterior. Aún había luz diurna pero esta comenzaba a desaparecer. Decidimos sentarnos un rato [...]
Un hombre se acercó, le compré dos revistas de autodefinidos. Debo decir que disfruto de hacerlos, si hubiera venido con la revista Hecho en Bs. As. la venta no se hubiera realizado. Ofrecí una de las dos revistas a Dee pero se negó a aceptarla en reiteradas ocasiones, so pena de encontrarse en la playa sin una de ellas.
Alguien más se acercó y nos dijo que no nos moviéramos:
-Chicos, no se muevan, tengo un fierro así que denme lo que tengan y no les va a pasar nada.
-¿Qué? Para un poco, -le dije- ¿Por qué?
-No quiero lastimar a nadie, hay alguien atrás vigilándolos.
Así fue como me di cuenta de que sostenía una falacia. Me dijo que no quería lastimar a nadie, si realmente hubiese habido alguien atrás me lo hubiera dicho antes y no después. Por otro lado sus gestos me hicieron notar que estaba nervioso, por lo que deduje que debía ser nuevo en el tema. También tenía un envase de jugo que si bien podría estar lleno con algún pegamento, otro tipo de droga o algo de alcohol , también cabía la posibilidad de que se lo hubiese dado alguien que se haya compadecido de él al estar mendigando. Su cara tenía una lastimadura reciente por lo que pude deducir también que si hubiera tenido el arma en el momento en que se hizo la lastimadura no estaría lastimado. Pero eran puras conjeturas, cabía la posibilidad de que esa lastimadura se la hubiera hecho de cualquier otra manera. [...] Decidí arriesgarme y establecí un diálogo que transcribo de la manera que mejor recuerdo:
-Pará un poco, la guita te la doy, ¿pero es necesario que saques lo demás? -a la vez pensaba la manera de hacerle entender a Dee que no sacara nada de la cartera.
-¿Esto querés? no vale nada -le dijo Dee mostrando un teléfono ya gastado por el paso del tiempo
-Si, porque sino van a llamar a la policía.
-A quién voy a llamar si no hay nadie por acá -y después le pregunte: ¿Por qué haces esto?
-Es que tengo a mi hija de once meses internada.
-Bueno, mirá, yo te puedo ayudar. ¿Dónde está internada?
-Está en el Garrahan, y necesito la plata para pagar el hospital porque sino se va a morir -y diciéndome esto casi se pone a llorar.
-Ok, hagamos una cosa, ¿conocés xxxx?
-Si, ahí me ayudaron con la comida una vez.
-Bueno, yo laburo ahí. ¿Cómo es tu nombre?
-Maximiliano L.
-Andá mañana ahí y no se si te voy a poder dar la plata pero algo vamos a hacer.
-Bueno muchas gracias, tomen les devuelvo las cosas, perdónenme chicos.
-Esta todo bien, tomá, quedate con diez pesos. Pero son para tu hija eh.
-Si si, muchas gracias, en serio.
El hombre se alejó tranquilamente hacia el este y nosotros para el oeste. Dee habló también pero no recuerdo mucho, la bronca que tenía por la posiblidad de que me saquen los documentos y el celular nuevo opacó parte de lo que sucedía, tal vez ella alguna vez decida volver sus memorias y publicarlas, [...] pero así es como termina esta parte narrada por un humilde servidor que salió dispensado del asalto».
Jamás habían asaltado al Ombudsman exceptuando la vez en que fue amenazado de muerte en el tren, de una manera similar, y de la que salió ileso y con todas sus pertenencias.
El relato sigue. El sol se escondió, ya no había luz. El caminar por la ciudad continuó. El miedo vencido se disipó y el recorrido terminó con el comienzo de un autodefinido que murió con la llegada del colectivo.
Dee regresó a su hogar, se encontraba cerca pero la travesía y odisea del Ombudsman distaba de terminar. Llegó si, a su casa, pero había perdido algo importante: las llaves. Se dice que quién encuentre dicho llavero tendrá acceso a la casa del Ombudsman y a algún centro de estudiantes, pero muchos han desistido en la búsqueda y además mucho escepticismo rodea a la leyenda de las llaves.
Y fue así como una vez más, el Ombudsman, se encontró abandonado y vagando por las calles hasta encontrar a alguien que le abra las puertas.
Lugar del suceso |
Jamás habían asaltado al Ombudsman exceptuando la vez en que fue amenazado de muerte en el tren, de una manera similar, y de la que salió ileso y con todas sus pertenencias.
El relato sigue. El sol se escondió, ya no había luz. El caminar por la ciudad continuó. El miedo vencido se disipó y el recorrido terminó con el comienzo de un autodefinido que murió con la llegada del colectivo.
Dee regresó a su hogar, se encontraba cerca pero la travesía y odisea del Ombudsman distaba de terminar. Llegó si, a su casa, pero había perdido algo importante: las llaves. Se dice que quién encuentre dicho llavero tendrá acceso a la casa del Ombudsman y a algún centro de estudiantes, pero muchos han desistido en la búsqueda y además mucho escepticismo rodea a la leyenda de las llaves.
Y fue así como una vez más, el Ombudsman, se encontró abandonado y vagando por las calles hasta encontrar a alguien que le abra las puertas.
Comentarios
Captcha: exosaut
Abrazo che!!
se viene el segundo disco de Pandora, te aviso cuando lo tenemos listo
p.d. buenisimo lo de "no ve un negocio con rejas sino un ascensor gigante", me cague de risa
Ragnar: Prefiero Iron Man aunque yo pensaba en alguien más como el Buen Samaritano
Anacoreta: Es posta todo, a mi me movió la bronca. Es eso, tener más bronca que miedo a que te agujereen el bocho.