Esto es algo que encontré en el fondo de la computadora. Es una crónica que escribí para Introducción al periodismo en 2006. Uno de los pocos cuentos que escribí y quedó terminado, está basado en los hechos ocurridos en la casa de mi primo hace mucho mucho tiempo.
Era sábado; Juan se había levantado a las siete de la mañana, antes de lo normal. Preparó su desayuno y encendió la televisión para distraerse un rato. Más tarde, precisamente a las nueve horas- se levantó el resto de la familia. Su mamá le dijo que se prepare porque se iban a lo de sus primos a pasar el día.
Llegaron a eso de las doce del mediodía, comieron, y Juan subió al piso de arriba a buscar a Tomás, su primo. Lo encontró escondido debajo de un montón de almohadones, Juan le preguntó que hacía ahí y le dijo que no haga ruido que los podían descubrir. Tomás se había escapado de la cárcel a la una, y ya iban aproximadamente diez minutos que la policía lo estaba buscando. Juan era quien había trazado el plan de escape ya que era la gran mente del grupo y Tomás era la fuerza, un hombre con un brazo de hierro capaz de derribar paredes.
Estuvieron escapándose de la policía durante dos horas, en un momento casi los atrapan ya que Juan no era tan fuerte como Tomás y los perros que les seguían el rastro los empezaron a correr. Afortunadamente pasó una camioneta con un caballo en un remolque y se subieron mientras la camioneta había frenado, perdiéndoles el rastro a los perros.
A eso de las cuatro o cinco de la tarde, cuando ya llevaban bastante tiempo corriendo y con mucho cansancio bajaron con el resto de la familia a tomar el té, comieron un helado, tomaron “coca”, comieron unas galletitas y subieron de nuevo.
Cuando terminaron el ascenso escucharon el timbre de la casa, miraron por la ventana que daba hacia fuera y vieron que habían llegado otros primos, y lo peor de todo es que con ellos había un policía. Se escondieron entre los árboles y lo llamaron a Pedro y a Santi para que se escondieran con ellos mientras el policía se iba a buscarlos por otro lado.
Ya estaban los cuatro y cada vez se acercaban más a la frontera, pero eran las seis de la tarde y les quedaba un poco más de una hora nada más. Poco a poco y con sumo cuidado llegaron a la frontera, pero estaba vigilada por dos guardias. Sin saber que hacer se quedaron pensando como podían esquivar a esos hombres. Finalmente a Juan pensó en plan, era arriesgado pero era lo único que se les había ocurrido y no había tiempo que perder. Lo que tenían que hacer era retroceder un poco hacia un camino más transitado y esperar a que pase una mujer caminando, así uno de ellos se cambiaba de ropa con ella y se acercaba a los policías para distraerlos mientras los demás iban por atrás a atacarlos.
Esperaron aproximadamente media hora impacientemente hasta que apareció una señora caminando, afortunadamente tenía un sombrero con el cual se podía tapar la cara aquel que se disfrace. Le tocó a Santi cambiarse porque era al que mejor le quedaba la ropa ya que los demás eran muy grandes. Eran las seis y cuarto cuando Santi se acercó a los uniformados evitando mostrar la cara. Ellos se le acercaron y con gran rapidez Santi le sacó la pistola y Pedro atacó al otro antes de que pudiera hacer algo.
Ya solo quedaba que crucen la frontera y serían libres para siempre. Cuando estaban por cruzarla Juan escuchó el llamado de su mamá diciendo que se iban que ya eran las siete y que era tardísimo, que tenía que hacer la tarea e irse a dormir temprano porque se había levantado muy temprano. Así tuvieron que volver a la realidad a la que tanto temían.
Era sábado; Juan se había levantado a las siete de la mañana, antes de lo normal. Preparó su desayuno y encendió la televisión para distraerse un rato. Más tarde, precisamente a las nueve horas- se levantó el resto de la familia. Su mamá le dijo que se prepare porque se iban a lo de sus primos a pasar el día.
Llegaron a eso de las doce del mediodía, comieron, y Juan subió al piso de arriba a buscar a Tomás, su primo. Lo encontró escondido debajo de un montón de almohadones, Juan le preguntó que hacía ahí y le dijo que no haga ruido que los podían descubrir. Tomás se había escapado de la cárcel a la una, y ya iban aproximadamente diez minutos que la policía lo estaba buscando. Juan era quien había trazado el plan de escape ya que era la gran mente del grupo y Tomás era la fuerza, un hombre con un brazo de hierro capaz de derribar paredes.
Estuvieron escapándose de la policía durante dos horas, en un momento casi los atrapan ya que Juan no era tan fuerte como Tomás y los perros que les seguían el rastro los empezaron a correr. Afortunadamente pasó una camioneta con un caballo en un remolque y se subieron mientras la camioneta había frenado, perdiéndoles el rastro a los perros.
A eso de las cuatro o cinco de la tarde, cuando ya llevaban bastante tiempo corriendo y con mucho cansancio bajaron con el resto de la familia a tomar el té, comieron un helado, tomaron “coca”, comieron unas galletitas y subieron de nuevo.
Cuando terminaron el ascenso escucharon el timbre de la casa, miraron por la ventana que daba hacia fuera y vieron que habían llegado otros primos, y lo peor de todo es que con ellos había un policía. Se escondieron entre los árboles y lo llamaron a Pedro y a Santi para que se escondieran con ellos mientras el policía se iba a buscarlos por otro lado.
Ya estaban los cuatro y cada vez se acercaban más a la frontera, pero eran las seis de la tarde y les quedaba un poco más de una hora nada más. Poco a poco y con sumo cuidado llegaron a la frontera, pero estaba vigilada por dos guardias. Sin saber que hacer se quedaron pensando como podían esquivar a esos hombres. Finalmente a Juan pensó en plan, era arriesgado pero era lo único que se les había ocurrido y no había tiempo que perder. Lo que tenían que hacer era retroceder un poco hacia un camino más transitado y esperar a que pase una mujer caminando, así uno de ellos se cambiaba de ropa con ella y se acercaba a los policías para distraerlos mientras los demás iban por atrás a atacarlos.
Esperaron aproximadamente media hora impacientemente hasta que apareció una señora caminando, afortunadamente tenía un sombrero con el cual se podía tapar la cara aquel que se disfrace. Le tocó a Santi cambiarse porque era al que mejor le quedaba la ropa ya que los demás eran muy grandes. Eran las seis y cuarto cuando Santi se acercó a los uniformados evitando mostrar la cara. Ellos se le acercaron y con gran rapidez Santi le sacó la pistola y Pedro atacó al otro antes de que pudiera hacer algo.
Ya solo quedaba que crucen la frontera y serían libres para siempre. Cuando estaban por cruzarla Juan escuchó el llamado de su mamá diciendo que se iban que ya eran las siete y que era tardísimo, que tenía que hacer la tarea e irse a dormir temprano porque se había levantado muy temprano. Así tuvieron que volver a la realidad a la que tanto temían.
2006, 2º Cuatrimestre
Introducción al Periodismo
Comisión C
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