Damos comienzo a la semana de psicopostmodernidad en este blog. Hoy publicaré el primer capitulo en el que se cuenta una parte de esta interesantísima historia sobre las avenencias de la vida, entre el cenit y nadir de la vida. Este primer capítulo fue escrito el 6 de noviembre de 2007 y es el mismo que dió comienzo a esta idea para que yo la exponga ahora.
- ¿Decís?- dijo el hombre sabio.
-Si- respondió el niño vacío de ser, y cambiando el tema, abrió la ventana y salió volando con un cubo en la cabeza.
Sabiendo que las pizzas redondas son más cremosas que las cuadradas, el hombre sabio se hizo altruista y se fue a vivir a las montañas.
El niño creció y fue llamado "el niño grande".
Un día, vació la jarra de agua de una manera escéptica y preguntándose si la había vaciado de agua o la había llenado de aire, escuchó el campanear de una gaviota.
Abrió la puerta y se encontró con el mago del que tantos conocimientos había aprehendido.
-¿Leche?- preguntó el mago
-Sí- respondió el niño grande y vació sus bolsillos de leche en las manos del mago.
-Gracias- dijo el mago- a cambio te dejo esto. Se sacó la galera y sacó un cofre que podría atentar contra la seguridad de lo evidente. El niño grande levantó la cabeza y vio como el hombre sabio se disolvía como agua en aceite.
Abrió el cofre dándose cuenta de que no tenía la llave y vio lo que tenía: una lonja de pan lactal, varios pitucones de madera y marfil, medio par de pantuflas y una alfombra musical.
Tomó esta última y extendiola en la estufa de aceite, esta comenzó a sonar y el niño, manzaneando, cerró la ventana y entró volando con una esfera en la mano para nunca regresar...
- ¿Decís?- dijo el hombre sabio.
-Si- respondió el niño vacío de ser, y cambiando el tema, abrió la ventana y salió volando con un cubo en la cabeza.
Sabiendo que las pizzas redondas son más cremosas que las cuadradas, el hombre sabio se hizo altruista y se fue a vivir a las montañas.
El niño creció y fue llamado "el niño grande".
Un día, vació la jarra de agua de una manera escéptica y preguntándose si la había vaciado de agua o la había llenado de aire, escuchó el campanear de una gaviota.
Abrió la puerta y se encontró con el mago del que tantos conocimientos había aprehendido.
-¿Leche?- preguntó el mago
-Sí- respondió el niño grande y vació sus bolsillos de leche en las manos del mago.
-Gracias- dijo el mago- a cambio te dejo esto. Se sacó la galera y sacó un cofre que podría atentar contra la seguridad de lo evidente. El niño grande levantó la cabeza y vio como el hombre sabio se disolvía como agua en aceite.
Abrió el cofre dándose cuenta de que no tenía la llave y vio lo que tenía: una lonja de pan lactal, varios pitucones de madera y marfil, medio par de pantuflas y una alfombra musical.
Tomó esta última y extendiola en la estufa de aceite, esta comenzó a sonar y el niño, manzaneando, cerró la ventana y entró volando con una esfera en la mano para nunca regresar...
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